El día 4 de Diciembre es día de Santa Bárbara, y en su
honor les traemos su historia que fue extraída de un antiguo manuscrito
propiedad del escritor griego Simeón de Metafrasto, especialista en la
investigación de la vida de los santos católicos. Dicho manuscrito fue
expuesto a la luz pública a mediados del siglo VII :
"Durante el
reinado de Maximiano en la ciudad de Nicomedia (actualmente Izmit,
Turquía) había un hombre muy rico llamado Dióscoro, quien era pagano,
supersticioso y estaba abocado a seguir la errónea costumbre local de
adorar dioses irreales. Dicho personaje tenía una hija muy hermosa
llamada Bárbara, a la cual celaba sin motivo alguno. Para evitar que
Bárbara tuviera contacto con la gente, Dióscoro hizo construir una torre
muy alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en
matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían atraídos por el
misterio que rodeaba su encierro.
Ante la situación el padre de
Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo: "Hija mía, los príncipes de
comarcar lejanas y cercanas han llegado hasta aquí para pedir tu mano,
por ello te ruego que me digas que quieres hacer ante esta situación".
Al escuchar a su padre Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:
"Padre mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego que no me obligues a hacerlo".
Realmente
hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta
sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba
que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su
meta: el acercamiento al ser supremo.
Esto decepcionó tanto a
Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara ante la
ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño y
añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así
simbolizar a la Santísima Trinidad. Luego de esto Bárbara fue bautizada y
siguiendo una de las costumbres místicas de San Juan Bautista sólo
comía miel y langostas.
Luego del bautizo de Bárbara, dicho baño, que
estaba formado por una serie de piscinas, quedó consagrado y se sabe
que allí los ciegos de nacimiento recobraban la vista.
En ese momento
ya Bárbara estaba fortalecida por su fe, lo cual la ayudó a vencer al
demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los ídolos paganos de
su padre escupiéndolos y diciéndoles: "Todos aquellos a los que vosotros
habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros".
Luego
de esto se retiro a orar y a venerar a Dios en la torre y en ese
momento fue consagrada por el espíritu santo y adquirió la gloria
espiritual que poseen todos los santos.
En el año 235 D.C., su padre
regresó del viaje y ya había culminado la reestructuración de la torre y
éste le preguntó a los obreros: "¿Por qué habéis hecho tres ventanas?, y
ellos sorprendidos contestaron: "Porque su hija nos lo ordenó". Ante
esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para definitivamente conseguir
una respuesta al dilema que se le había presentado con las tres
ventanas. Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y la
respuesta fue la siguiente: "Mandé a hacer una ventana más para que
fueran tres, porque tres ventanas dan luz a todo el mundo y a todas las
criaturas, en tanto que dos ensombrecen el Universo". Entonces se
dirigió con ella a los baños y le preguntó, con gran ánimo de que le
aclarara la situación, por qué una tercera ventana si con las dos que
habían llegaba suficiente luz al lugar, y Bárbara respondió:
"Esas
tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, los cuales son tres personas en un solo Dios, en el que debemos
creer y al único que debemos adorar".
Ante tal respuestas la reacción
de Dióscoro fue violenta, tanto así que saco su espada para matar a su
hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen comenzó a orar y
milagrosamente levitó por los aires gracias a la protección divina y
llegó volando a una lejana roca inmersa en las montañas. Testigos de
esto fueron dos pastores que la vieron volar y a su padre persiguiéndola
preso de la ira. Al llegar a las montañas Dióscoro la tomo por los
cabellos y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su propio nombre
ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada y enjuiciada, en ese
momento dándole una nueva oportunidad de que recapacitara ante su
creencia de la existencia de un solo Dios, el juez le dijo: "Así pues,
elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o morir cruelmente
torturada", y Santa Bárbara respondió:
"Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas".
Esa
fue su sentencia, después de ser apaleada y torturada durante días, la
santa tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los
días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez
decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro
segado por la obsesión de limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las
manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña junto a otra mártir
llamada Juliana. En el camino Santa Bárbara se alegró porque sentía que
se aproximaba el premio a su devoción por Dios y mientras su padre la
arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente oración:
"Señor
Jesucristo, Creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas
tu gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu
nombre y mi martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tú
conoces nuestra fragilidad", en ese momento escuchó que desde el cielo
provenía una voz que le decía:
"Ven Bárbara, esposa mía, ven a
descansar en la morada de mi padre, que está en los cielos, yo te
concedo lo que acabas de pedirme".
Después de esto fue decapitada por
la mano de Dióscoro, su propio padre, junto a Juliana, recibiendo las
dos en ese momento la corona del martirio. Luego de haber finalizado el
horrendo crimen Dióscoro comenzó a bajar de la montaña y en el camino
fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos, cual fuego
celestial.
Santa Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un
noble de nombre Valentino en un pequeño pueblo donde posteriormente
ocurrieron muchos milagros".
Los católicos veneran a los santos comprendiendo que son seres humanos
que vivieron heroicamente su fe, murieron y están ahora en el cielo
desde donde interceden por nosotros gracias a su participación en la
gloria de Jesucristo. Para los santeros, los santos son dioses (orishas)
que deben adorarse.
Olodumare creó a los orishas para manifestar su
voluntad y su esencia en la creación. Estos son una personificación de
Ashe.
Los orishas también son los guías y protectores de la raza
humana.Los santos que tomaron para identificarlos con los orishas eran
los más conocidos en la Iglesia en Cuba.
La Virgen Santísima en
diferentes advocaciones es también identificada con un orisha como si
fuese un santo más. La identificación a menudo tiene que ver con las
vestimentas o las razones por las que el santo o la Virgen es conocida.
Así Santa Bárbara, vestida de rojo y con espada en las imágenes
católicas, se identifica con el dios shangó, guerrero a quien se le
atribuye la fuerza.